El año pasado en Marienbad y recuerdos de cine, por Alfonso Cañadas

 

Recuerdo la primera vez que vi El año pasado en Marienbad (1961), estaba cursando el primer o segundo año de universidad y le conté con entusiasmo a mis compañeros cinéfilos el hallazgo. Me había gustado mucho la película de Resnais, ese aire tan vanguardista a la vez que sofisticado y esa sensación de no saber exactamente qué estaba pasando en ningún momento me había hecho conectar la película con cineastas que ya alababa en esa época como David Lynch. De repente un compañero, algo más mayor que yo y al que tenía (y tengo) en alta estima a nivel de conocimiento cinematográfico, espetó algo así como que El año pasado en Marienbad era una de esas películas que les gusta “parecer raras”. No me había planteado, hasta ese momento, que hubiera películas a las que les gustara “parecer raras”, pero no dejé de planteármelo desde entonces.

A partir de ese momento sentí un tremendo respeto por acercarme a El año pasado en Marienbad, anticipando que en un segundo visionado Alain Resnais me volvería a engañar. Lo cierto es que, diez años después, he revisado la película y me parece una de las más inteligentes y originales obras de la historia del cine francés. El año pasado en Marienbad arranca con unos largos travellings de una mansión, un hotel de decoración barroca y laberínticos pasillos, acompañados de una voz en off que detalla (también de forma ciertamente barroca) la situación. He aquí un momento clave de la película que creo que muchos espectadores pasan por alto, y es que Resnais presenta al espacio como el protagonista de la propia obra, y no a sus personajes. El tiempo está suspendido por momentos, los personajes parecen controlados por un ente superior (el propio espacio) que pausa sus acciones y las reactiva libremente. Pronto conocemos a los elementos que se moverán por dichos espacios: una mujer casada, un hombre que la pretende y el marido de esta. Resnais siempre fue un gran agitador de las formas cinematográficas y aquí se plantea un reto curioso: damos por hecho que los personajes que habitan una ficción la conocen y están familiarizados con la misma, pero eso no parece ocurrir en El año pasado en Marienbad. Ello me trae a la mente a otro compañero de universidad, quién después de verla dijo haber leído “en alguna parte” que los personajes Marienbad “están atrapados dentro de la película”. No conozco la fuente de tal afirmación, pero después de este nuevo visionado me parece más acertada que nunca. Tenemos a un personaje femenino principal que no recuerda su pasado, ni tampoco la razón por la que está en dicho hotel. A su vez, el personaje masculino principal le acosa con un supuesto recuerdo del año anterior, cuando se conocieron en ese mismo hotel y prometieron fugarse juntos. Este segundo personaje sí que tiene conocimiento de un evento pasado y de la acción que ha venido a realizar al hotel, pero no parece tener nada más en mente ni ningún otro cometido vital. Por último tenemos el personaje del marido, un hombre alto y delgado, de semblante serio y oscuro, que parece dispuesto a humillar al pretendiente jugando al nim, algo que se presenta como un lenguaje críptico entre los personajes.

Si a algo me recuerda El año pasado en Marienbad, más que a otra película en concreto, es a un videojuego tan popular como el “come-cocos”. Y es que, por muy laberíntico que resulte el hotel, conocemos desde el primer momento mucho mejor el espacio que los personajes que lo habitan, ya que estos se mueven perdidos, como una presa en el caso de la mujer, o convencidos de una única misión y como depredadores en el caso de los hombres. El hotel de Marienbad representa así al propio cine: un tiempo y un espacio que se pone a disposición de unos personajes que los recorren. Sin embargo, en la película de Resnais no existe la necesidad de acomodar bajo la lógica dichos elementos, ya que incluso la relación entre los mismos se muestra tosca y llena de incertidumbre; así, a una delicada y cuidada puesta en escena (que no hace más que centrar de nuevo el protagonismo en el espacio) le acompañan personajes que desconocen su pasado, el espacio que habitan o la función que vienen a cumplir. Y es que la clave de El año pasado en Marienbad, y creo que de gran parte de la obra de Resnais, es jugar con aquello que damos por sentado en el cine. Por ello cuando vemos una película como Marienbad quizás tengamos que preguntarnos: ¿de cuantas formas absolutamente diferentes (e incluso incomprensibles) puede llegar a ser una película aún haciendo uso de los elementos cinematográficos clásicos?

A día de hoy no incluiría El año pasado en Marienbad en ese cajón de películas a las que “les gusta parecer raras”, sino más bien dentro de la categoría de "ejercicios metacinematográficos". Marienbad es una película homenaje a la compleja naturaleza del cine. Además, podemos conectar la obra de Resnais con el surrealismo1 de autores como Luis Buñuel (en El ángel exterminador, por ejemplo, donde el espacio domina también a los personajes) o David Lynch,2 y es que también estos directores generan extrañeza en sus películas retando al espectador, como si de una partida de nim se tratara, escondiendo o desordenando los factores cinematográficos elementales. Dos directores que gustaban especialmente a mi compañero, que sin embargo nunca conectó, ante mi frustración, con El año pasado en Marienbad.

©Alfonso Cañadas, abril de 2023

1Sin embargo la obra de Resnais tiene mayor relación con los conceptos de memoria y nostalgia que con el surrealismo en sí, aunque en El año pasado en Marienbad se atisben formas surrealistas.

2Aunque, tal y como señala el crítico Jonathan Rosenbaum, la estética de la película se encuentra fuertemente influenciada por el cine mudo francés, en especial por los seriales dirigidos por el cineasta Louis Feuillade.

Comentarios