TOP 20 DÉCADA DE LOS 90, Parte I. Por Alfonso Cañadas

La presente lista (y todas las que le sigan) son una visión subjetiva de este autor en base a su basta experiencia cinéfila sobre cuáles son las mejores películas de cada una de las décadas de la historia del cine. ¿Qué entendemos (o entiendo) por mejores? Novedosa, expansiva, original, representativa de su tiempo, y en general creadora de un micro-mundo que representa crítica o acertadamente las ideas que trata de representar en base a su momento de estreno y las ideologías de su(s) creador(es).

La década de los 90 es cinematográficamente la última gran década del formato celuloide y de las grandes salas en el centro de las ciudades. Es, a la vez, una gran década para el cine independiente, especialmente en Estados Unidos con el éxito de ese experimento impulsado por Robert Redford llamado Festival de Cine de Sundance. Además, es una época en la que directores de cinematografías ignoradas por la mayoría del resto del mundo hasta ese momento (como la iraní) comienzan a tener un rotundo éxito de crítica en festivales internacionales, viviendo su particular era dorada. Sin más dilación, así comienza esta lista:

20. Passion fish (1992), dir: John Sayles

Que John Sayles siempre ha merecido más reconocimiento en la historia reciente del cine es una sensación que compartimos muchos cinéfilos. Iniciándose cinematográficamente a finales de la década de los 70, Sayles es un heredero directo de las ideas promulgadas por John Cassavetes, pero del cual sorprende su tremenda versatilidad. Desde el drama histórico en Matewan (1987), a la leyenda fantástica en The Secret of Roan Inish (1994), el eje central que vertebra su carrera es sin duda su preocupación por las injusticias sociales: el racismo, la orientación sexual o la lucha de clases son temas habituales en cada una de sus obras. Passion Fish es, en mi opinión, la obra maestra de Sayles; un elegante drama (marca de la casa) sobre la relación entre dos mujeres de diferente clase social, diferente color de piel y diferente condición física que aprenden a entenderse y valorar la vida juntas.

19. Zoo (1993), dir: Frederick Wiseman

Decir que Frederick Wiseman es un adelantado de su tiempo a los futuros debates sociales es, a estas alturas, una obviedad. Catalogado en ocasiones de excesivamente poco intervencionista, lo cierto es que la mirada de Wiseman, sencilla y directa, nos ayuda a enfrentarnos a dilemas difíciles sin ninguna guía ni intencionalidad, solo confrontando la cruda realidad a nuestra moral. De todos los temas tratados por el maravilloso documentalista (la mayoría de su obra es documental, aunque haya dirigido puntuales ejercicios de “ficción”), entre los que podríamos encontrar la salud mental en Titicut Follies (1967), el bullying en High School (1968), la desigualdad social en Welfare (1975) y otras tantas…, sin duda creo que su mayor acierto es a la hora de enfrentar la cuestión animalista en una película como Zoo (que no será la única sobre este tema). ¿Qué es un zoo? ¿Para qué existen los zoos? ¿Son lugares de crueldad humana sobre otras especies, o un lugar de cuidado y disfrute? ¿O son ambas cosas? ¿Cómo nos relacionamos con los animales? ¿Llegará un momento en que animales y humanos ocupemos el mismo lugar social? Todos estos y más debates florecerán en la mente del espectador, de manera espontánea y nada dirigida, dando una vuelta por el Metro Zoo de Miami.

18. The Long Day Closes (1992), dir: Terence Davies

La manera de entender el cine de Terence Davies era, simplemente, incomparable. La forma de combinar la música de manera protagonista con unas imágenes estructuradas al ritmo de la misma, generando una sensación onírica que unicamente puede remitirnos a los juegos de la memoria, es una absoluta delicia. Dentro de su muy buena carrera, personalmente, destaco del resto de obras la historia de un niño sensible y tímido, de tono semi-autobiográfico, que se refugia en el cine y en su familia del duro contexto que le rodea en el Liverpool de mediados del Siglo XX. En The Long Day Closes no hay lágrimas, solo la pasión romántica de la juventud. Así es como recordamos la vida una vez ha pasado.

17. Simple Men (1992), dir: Hal Hartley

No me gusta repetir directores en una misma lista, pero con Hal Hartley va a ocurrir. Habitualmente entendido como un cineasta anecdótico y sintomático de su época, la carrera de Hartley es, sin embargo, muy alabada entre cierto sector de la cinefília (en el que reconozco encontrarme). Hartley es para mí uno de los cineastas clave de los años 90, que combina con astucia los elementos cinematográficos de moda en esos años en el cine independiente americano, que para él resultan casi naturales, con sus inquietudes personales. El uso de colores primarios, diálogos pedantes expresados sin ninguna emoción (clara herencia del cine de la Nouvelle Vague, en especial de Jean-Luc Godard), el humor sarcástico y la simbología son el trampolín perfecto para tratar temas como la incomunicación humana y la difícil relación con los padres. En Simple Men, Hartley se enfrentó al desafío de crear una historia con varios personajes que se relacionan de diferentes formas, y combinan sus traumas para tratar de entenderse y, al fin, ser felices y estar en paz.

16. Underground (1995), dir: Emir Kusturica

El efecto Emir Kusturica ha ido mermando con los años en los festivales internacionales de cine, pero en la mente de muchos cinéfilos quedarán por siempre, sin posibilidad de olvido, las mejores películas del que un día fue un tremendo cineasta. Pasota y polémico personaje, el cine de Kusturica representa su espíritu salvaje, combinando el humor con temas de delicada naturaleza. En su obra maestra, Underground, Kusturica narra una loca y satírica historia, que sin embargo queda como el mejor reflejo de la difícil situación que vivía Yugoslavia por esos años. Pero Underground está lejos de ser una producción humilde, resultando una combinación de disparates visuales, cachivaches y espacios lúgubres, que impiden al espectador quedarse al margen del micro-universo que habitan sus protagonistas.

15. Wallace & Gromit in The Wrong Trousers (1993), dir: Nick Park

No solo la rancia idea de que el cine de animación es una cuestión infantil debería estar obsoleta, también aquella que califica aquel cine cuyo principal público son los niños como de menor relevancia, como si el mejor cine debiese hablar de la vida, la muerte y el amor únicamente en términos complejos y filosóficos. En cualquier caso, Nick Park es indudablemente un genio del cine. Sus película se caracterizan por una precisión técnica asombrosa, a través de la técnica del stop-motion con plastilina. Más allá de eso, todas ellas transmiten mensajes sobre la amistad y la colaboración de simpáticos personajes. Para más encanto aún, Wallace & Gromit in The Wrong Trousers (sin duda su obra maestra) está plagada de referencias cinematográficas, funcionando de manera sobresaliente como un thriller absurdo en que un pingüino mudo alquila una habitación en el hogar de los tiernos personajes protagonistas con fines malvados.

14. Close-Up (1990), dir: Abbas Kiarostami

Es difícil decantarse por una película de Kiarostami por encima de otras. Cada una de ellas plantea un complejo juego sobre la naturaleza de aquello que llamamos cine. Pero creo que incluso por encima de obras pilar como son ¿Dónde está la casa de mi amigo? (1987) y El viento nos llevará (1999) (quizás estas dos completarían su pódium personal), está Close-Up. La tierna y dura historia de cómo un admirador del famoso cineasta iraní Mohsen Makhmalbaf (quién participa en primera persona en la película) se hace pasar por este para que una familia lo acoja en su casa es, desde la mirada de Kiarostami, humanamente incomparable. Su más refinado juego de docu-ficción que apunta directo a nuestro corazón.

13. Tren de sombras (1997), dirJosé Luis Guerín


Personalmente, no considero la totalidad de la obra de José Luis Guerín al mismo nivel, estimando En construcción (2001) y la presente cinta muy por encima del resto. Tren de sombras es, en consonancia con la película que le precede en esta lista, un ejercicio meta-cinematográfico. ¿Qué queda en una película cuando los elementos cinematográficos considerados primarios (desde una visión tradicional) desaparecen? Luz y espacio, sensaciones. El cine es memoria, y Guerín lo encapsula a la perfección en esta incomparable obra maestra, pocas veces recordada como se merece dentro del imaginario colectivo cinematográfico español.

12. Ed Wood (1994) dir: Tim Burton

Para muchos cinéfilos, seguramente los más culturalmente canónicos y aburridos, poner una película de Tim Burton en una lista junto a obras de Abbas Kiarostami o Terence Davies sea poco menos que una blasfemia. Personalmente, considero que ya es momento de determinar abiertamente el papel que juega Tim Burton dentro de la historia del cine: el de un cineasta totalmente capaz de lo mejor, pero bastante más preocupado del dinero que entra en su cuenta que del resultado de muchas de sus obras. Sin embargo, aquellas pocas a las que ha decidido donar directamente buena parte de su sangre son incomparables. Y quizás la más incomparable sea esta irónica (a la vez que emocionante) biografía del considerado popularmente como el "peor director de la historia", que nos pone entre la espada y la pared a la hora de responder qué es un mal director de cine, o qué es uno bueno...

11. Hana-bi (1997), dir: Takeshi Kitano


El peculiar cineasta japonés Takeshi Kitano fue perfeccionando y profundizando en su propio estilo, ya desarrollado con bastante libertad en sus notables obras anteriores, hasta alcanzar cierto grado de plenitud subjetiva en su obra maestra, Hana-bi. Una inteligente combinación de cine de yakuzas y su peculiar sentido del humor, todo teñido de un tono dramático que se manifiesta en las desgracias que acompañan a los seres queridos del protagonista. Una mezcla de géneros tremendamente ágil y personal, fresca y tristemente divertida, como las pinturas que interrumpen en el propio desarrollo de la historia.


©Alfonso Cañadas, mayo de 2024

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