TOP 20 DÉCADA DE LOS 90, Parte II. Por Alfonso Cañadas

 10. The Age of Innocence (1993), dir: Martin Scorsese

El personal análisis de Scorsese sobre el eterno debate de la masculinidad entre los deseos templados proyectados hacia la esposa adecuada, y los torrentes de pasión provocados por un opuesto femenino. Carece de todo lo peor del cine del director neoyorkino: una tendencia a la sobreactuación y una emocionalidad moral exacerbada, a la vez que conjuga sus mayores virtudes: un excelente control técnico y artístico de todos los elementos, una maravillosa representación de época y un trabajo actoral fascinante (de todo el elenco al completo). El mejor Scorsese llega a ser tan metódico como sensible, y en este caso se enfrenta a la historia de un debate moral clásico, que ya hemos visto representado en anteriores y fascinantes películas como Amanecer (1927, Murnau), Esplendor en la hierba (1961, Kazan) o La piel suave (1964, Truffaut), y que resulta inagotable de su cuidada y delicada mano.

9. The Nightmare Before Christmas (1993), dir: Henry Selick

Hay cuestiones que, por entenderse redundantes, dejan de mencionarse, y sin embargo precisan recordarse de nuevo una vez cada tanto. Esta es una de ellas: las películas populares entre un público mayoritario no son muy apreciadas a nivel crítico por la cinefilia más selecta. Existe la creencia, acertada, de que el canon de calidad que se ha establecido históricamente a las películas es tremendamente erróneo, y que por consecuencia las películas que más han gustado al “gran público” carecen de interés intelectual en su planteamiento. Esa respetable mentalidad no casa de ninguna manera con la que yo, personalmente, considero una de las mayores obras maestras de la historia del cine: Pesadillas antes de navidad. Esta es la fascinante historia de un taquillazo dirigido al público infantil que, sin embargo, procuraba pesadillas a todos los que la visionaban, aunque lo hicieran compulsivamente (me declaro, como niño nacido en el mismo año 1993, víctima de esta cinta). El fascinante personaje de Jack protagoniza un musical horrendo, donde los niños de un mundo alternativo disfrutan con el dolor, el asco y la crueldad. No obstante Jack, un tipo elegante e inteligente que puede servir de referente para la mayoría de niños y padres, quiere cambiar. El protagonista sabe que hay algo más allá de lo que siempre conoció y se lanza en su búsqueda acompañado de sus pegadizas cantinelas.

8. Dead Man (1995), dir: Jim Jarmusch

Considero Dead Man la mejor película de la leyenda del cine independiente estadounidense Jim Jarmusch, con eso podría ser suficiente para incluir este título en la lista, no obstante voy a dejar que las acertadísimas palabras del crítico Jonathan Rosenbaum justifiquen esta elección: “Esta obra maestra es a la vez un relato místico y altamente poético de la muerte; una apreciación bien documentada de las culturas nativas americanas; un retrato aterrador de la violencia y la codicia capitalista estadounidenses modernas que se niega a traficar con las coartadas estilísticas de Hollywood; una descripción cálida y divertida de la amistad intercultural; y un viaje alucinante a través de la naturaleza americana.”. Una comedia-western intercultural no parece un proyecto sencillo ni falto de polémica, pero llegó a ser sobresaliente, en manos de Jarmusch.

7. Crash (1996), dir: David Cronenberg

Crash llega en un momento en que el cine de Cronenberg se ha convertido por completo en metal, en frío, en artificio, en un implante. Sus personajes son distantes y afilados, se encuentran más cerca de un mecanismo que de nada parecido a una emoción. El capitalismo extremo nos ha llevado a la mutación, a una distopía salvaje. Crash es el cúlmen de la idea sobre la que viene trabajando el director canadiense desde sus primeros pasos en el cine: cuerpo-mente-máquina son uno, y este es el principio que rige todo su universo cinematográfico hasta ese momento. Con Crash se marca un antes y un después en la carrera de Cronenberg, que posteriormente con eXistenZ (1999) y Spider (2002) comenzará a desarrollar una vía más relacionada con la percepción subjetiva.

6. Sombre (1998), dir: Philippe Grandrieux

Philippe Grandrieux es un director que no se parece a ningún otro. Centrado completamente en trabajar un cine de vanguardia (aunque aun así narrativo) sus películas se caracterizan por imágenes difusas, poco claras, que nos adentran en la ambigüedad de la noche. Experimentar es fracasar del todo o acertar de lleno, y Sombre supone un tremendo éxito como propuesta. La historia de una mujer y su relación con un asesino en serie pone en jaque nuestras creencias sobre los roles de género, llevándolas al extremo. El apartado estético es clave en la obra de Grandrieux, y aquí nos encontramos ante una oscuridad embarrada, húmeda, donde afloran los más primitivos comportamientos humanos.

5. Non, ou A Vã Glória de Mandar (1990), dir: Manoel de Oliveira

La centenaria leyenda del cine portugués llegó en plena juventud cinematográfica a la década de los 90. Y no me refiero con juventud a falta de experiencia o de método, sino a la frescura narrativa e inventiva que desprenden las películas de Oliveira en esta época. Su peculiar homenaje a la historia de la Península Ibérica, y en especial de su país natal, se compone de eventos históricos narrados en un tono mágico-onírico, donde la propia colonización parece una llegada al Edén. No falta ironía en este precioso y colorido fresco, proyectado desde la voz del maravilloso Luís Miguel Cintra, que trata de justificar a sus soldados la razón por la que parten a batallar a las colonias en pleno siglo XX.

4. Lost Book Found (1996), dir: Jem Cohen

Jem Cohen es un cineasta experimental íntimo y meditativo. En Lost Book Found utiliza la vista subjetiva de un supuesto personaje sobre paisajes de Nueva York para narrar cómo éste mismo llegó a la ciudad y comenzó a trabajar como vendedor de comida en un puesto ambulante. Imágenes difusas y ralentizadas, acompañadas de sugerentes sonidos y una voz en off que nos narra el proceso de concienciación del protagonista al sentir que se convierte en un elemento más del paisaje urbano. Además, hay una intriga subyacente, el personaje vaga por la ciudad obsesionado con encontrar significado al contenido de un libro de cifras que apareció en las alcantarillas. ¿Qué sentido tiene su búsqueda? ¿Y su vida en el capitalismo feroz y desmedido? La mejor película sobre la alienación que nunca haya visto.

3. Trust (1990), dir: Hal Hartley

Lo reconozco, es una apuesta personal, y ya hablé de Hartley en la anterior publicación, pero es que Trust es el culmen del genio creativo de Hartley en su mejor época. A diferencia de Simple Men, Trust narra una historia con únicamente dos personajes principales, María y Mathew (Adrienne Shelly y Martin Donovan en dos papeles estelares), ambos perdidos en un mundo de imposiciones tecnológicas y sociales. María es una joven rebelde embarazada que va, poco a poco, transformándose en una figura virginal y cuidadora (una clara referencia a la figura materna que Hartley perdió en su juventud), mientras que Mathew aprende que la responsabilidad humana es una opción mejor sobre la que enfocar su energía que en la violencia física. Ambos torturados por sus dominantes padres (un tema recurrente en Hartley) encuentran la felicidad en cuidar mutuamente de sus necesidades y carencias. Una película clave e icónica del cine indie estadounidense, Trust es, en pocas palabras, la clave del verdadero amor.

2. La Vallée close (1995), dir: Jean-Claude Rousseau

Siendo sinceros, poco o nada entendí del cine de Jean-Claude Rosseau cuando empecé a visionar sus cortometrajes anteriores a La Vallée close: Venise n'existe pas (1984) o Keep in Touch (1987) poco me decían. En mi afán por tratar de conectar con su cine, busqué las palabras del propio Rosseau, que en relación al rodaje de Keep in Touch hacía referencia a la idea de “atreverse a salir a rodar unas imágenes”. “Un cineasta tímido” pensé, con sorna. Una vez vista su obra maestra, La Vallée close, el complejo planteamiento cinematográfico de Rosseau comienza a cobrar sentido. Rodada en formato 8mm en una región rural del sur de Francia, en el tiempo libre de su director, es difícil decir si la película pretende ser algo más que una reflexión sobre la naturaleza del cine. Rosseau no parte del todo, del mundo, para fragmentar la realidad, sino de la nada, de la oscuridad como origen de la luz. En La Vallée close todo lo (poco) que vemos es tratado con una transcendencia total y necesaria. Vemos una desangelada habitación de hotel, una persona que mira por la ventana, un paisaje por el que la gente camina. Nada y todo a la vez. Un largo plano de un teléfono que no suena, ¿para qué enfocarlo si no va a sonar? Porque sin necesidad de sonar, ese teléfono es también parte del cine.

1. The Bed You Sleep In (1993), dir: Jon Jost


Jon Jost es, ideológicamente, uno de los cineastas más radicales de la historia. Utiliza el cine, un medio que Hollywood ha usado durante años para blanquear la imagen del sistema capitalista estadounidense, como arma arrojadiza contra la hipocresía y las mentiras de su sociedad. Jost es un disidente de la guerra y del propio movimiento del cine indie; su película de mayor presupuesto, All the Vermeers in New York (1990), fue a su vez (paradójicamente) una de las producciones de menor presupuesto financiadas por una compañía independiente en dicha década. Después de tal experiencia, seguramente su más canónica a nivel de proceso, Jost siguió trabajando con presupuestos aún menores en su “Trilogía de Tom Blair”, que completaría junto a Last Chants for a Slow Dance (1977) y Sure Fire (1990), la que definitivamente es la obra maestra de la década de los 90: The Bed You Sleep In. Es difícil pensar en una película con un planteamiento más radical y arriesgado: un matrimonio de mediana edad relacionado con la industria maderera, recibe una carta desde la universidad de su hija, quién dice haber desbloqueado recuerdos infantiles de abuso sexual por parte de su padre. Llegado ese punto la tensión se dispara, y mientras las máquinas talan los arboles y destruyen el paisaje, los personajes comienzan también a deteriorarse emocionalmente. Y es que el gran acierto (entre muchos otros) de Jon Jost en The Bed You Sleep In, que la diferencia de cualquier otra película, es la excelente comunión entre paisaje y personajes, fusionándose en un único elemento. Claramente influenciado por el movimiento estructuralista, Jost filma con calma estática el paisaje, el viento que agita las ramas de los árboles, y lo proyecta con un nivel de protagonismo igual a los propios personajes humanos. Una experiencia única, un universo humano hecho cine.

 

Otras películas que estuvieron cerca de entrar en el TOP (en orden cronológico):

·       - Center Stage (1991), dir: Stanley Kwan

·      -  Porco Rosso (1992), dir: Hayao Miyazaki

·      - Pulp Fiction (1994), dir: Quentin Tarantino

·      - When It Rains (1995), dir: Charles Burnett

·      - Trainspotting (1996), dir: Danny Boyle

·      - Breaking the Waves (1996), dir: Lars von Trier

·      - Funny Games (1997), dir: Michael Haneke

·      - Human Remains (1998), dir: Jay Rosenblatt

·      - True Crime (1999), dir: Clint Eastwood


©Alfonso Cañadas, mayo de 2024



 

 

 

Comentarios